Una de las principales ventajas de la energía fotovoltaica es que no emite gases de efecto invernadero. Por consiguiente, se trata de una fuente respetuosa con el medio ambiente y una solución para frenar el cambio climático.
Pero ¿cuáles son las consecuencias del cambio climático y por qué es necesario abordarlo?, ¿qué soluciones se están implementando?, ¿qué papel juega la energía fotovoltaica como respuesta a este problema? Si sigues leyendo, descubrirás las respuestas.
¿Qué es el cambio climático y cuáles son sus efectos?
Se le llama cambio climático a una alteración significativa y estructural en los patrones de temperatura del planeta debido a las actividades humanas.
El modelo energético actual, basado en la utilización de combustibles fósiles, en los últimos años ha producido un excesivo aumento de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero (metano, óxido nitroso o gases fluorados), produciendo que la temperatura media mundial haya aumentado desde la revolución industrial.
Los gases de efecto invernadero actúan como una cortina que atrapa el calor del sol, produciendo el aumento de las temperaturas y el consiguiente calentamiento global.
Según informa el Parlamento Europeo, la década 2010 -2019 ha sido la más cálida registrada. La temperatura media global es entre 0,94 oC y 1,03 oC más alta que a finales del siglo XIX. De seguir esta tendencia, supondría una seria amenaza para todas las formas de vida existentes sobre la Tierra.
En todo caso, a día de hoy, los efectos del cambio climático se hacen notar. Suele pensarse que el calentamiento global únicamente representa mayores temperaturas. Pero en realidad, esto sólo es el principio. Un cambio en las temperaturas afecta a todos los elementos naturales (todo el sistema está interconectado).
Cada vez se producen con mayor frecuencia e intensidad las sequías, incendios forestales, escasez de agua, aumento del nivel del mar, reducción de la biodiversidad y clima extremo.
¿Qué soluciones existen para el problema del cambio climático?
Los efectos del cambio climático están provocando serios problemas en la vida y patrimonio de seres humanos, tales como propagación de enfermedades, tormentas violentas, inundaciones o la pérdida de cosechas son sólo unos ejemplos de cómo impacta este fenómeno en pueblos enteros.
Los diferentes gobiernos y organizaciones supranacionales han advertido que frenar el cambio climático es necesario y representa uno de los grandes desafíos a los que debe hacer frente la humanidad y están adoptando soluciones.
El Acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 países, establece que deben redoblarse los esfuerzos para conseguir que la cantidad de CO2 emitida sea igual a la que es capaz de absorber el planeta en el año 2050 (lo que denomina “objetivo de cero emisiones de carbono”).
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) entiende que los problemas del calentamiento global son una cuestión de Derechos Humanos y también desarrolla iniciativas en este sentido. Entre ellas, trata de concienciar a los ciudadanos de las medidas que pueden tomar para producir un ahorro energético.
La Unión Europea es uno de los actores clave en las conversaciones con la ONU. Todos los países miembros son firmantes del Acuerdo de París y coordinan sus objetivos para conseguir una reducción de las emisiones de carbono.
Para alcanzar estos objetivos de desarrollo sostenible, los diferentes países admiten que es necesario un cambio en el modelo energético. La actividad económica, así como el consumo particular, debe basarse en las energías renovables.
¿Qué papel juega la energía fotovoltaica?
La energía fotovoltaica está basada en la captación de la luz solar a través paneles con células compuestas de silicio para generar electricidad y calor. De esta forma, no es necesaria la quema de combustibles fósiles y, por consiguiente, se evita la emisión de gases de efecto invernadero.
Los avances tecnológicos producidos en las últimas décadas han conseguido un importante aumento de la productividad de esta fuente energética. Según la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA), tan sólo con la energía fotovoltaica pueden conseguirse importantes reducciones en la emisión de gases del sector energético (del orden del 21%).
Sin embargo, IRENA reconoce que es importante multiplicar prácticamente por 6 la capacidad de producción en los próximos 10 años para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.
En este sentido, es necesaria la inversión privada y los poderes públicos son conscientes de ello. Por este motivo, las diferentes políticas y normativas tratan de fomentar su implantación y desarrollo.
Se están poniendo en marcha varios proyectos de investigación, además de nuevos prototipos que estimulen el crecimiento del mercado (por ejemplo, los paneles solares fotovoltaicos integrados en los edificios).
Este tipo de avances ofrecen ventajas; como una mayor funcionalidad (adaptación a diversas superficies), mayor rentabilidad (como consecuencia de un creciente ahorro en costes), versatilidad, creación de puestos de trabajo, etc.
En definitiva, la energía fotovoltaica, más allá de ser una fuente de energía no contaminante, aprovecha un recurso gratuito e inagotable: el sol. Por lo tanto, se trata de una energía sostenible en todos los sentidos. Es económica, es limpia y es renovable.
Además de ser una respuesta a la lucha contra el cambio climático, se trata de un sector en constante desarrollo; una fuente de rentabilidad dónde tienen cabida las innovaciones en toda su cadena de valor.