Seguramente habrás oído hablar del daño ambiental de las energías no renovables. Sin embargo, quizá no conozcas el verdadero impacto que supone seguir utilizando este tipo de fuentes energéticas.
Por ponerte un ejemplo, el problema del aumento de la temperatura y las graves consecuencias del cambio climático tan sólo es una parte. Se trata sólo de una de las incidencias que genera el uso de combustibles fósiles.
En este artículo te mostramos de forma precisa por qué las energías no renovables son insostenibles y las fuentes renovables representan la alternativa de futuro.
¿Qué son las energías no renovables?
Las energías no renovables son aquellas que utilizan una fuente convencional. Decimos “convencional” porque ha sido la comúnmente utilizada para desarrollar las actividades humanas; y lo habitual es que sea necesario quemar combustibles fósiles para producir energía.
Los combustibles fósiles se producen por la descomposición y posterior fosilización de materia orgánica. Puede clasificarse en tres categorías:
- Petróleo.
- Gas Natural.
- Carbón.
De este modo, existen diferentes tipos de energías no renovables. Sin embargo, estamos viviendo un proceso de transición energética, pasando a un modelo basado en energías renovables. Es decir, las energías convencionales dejarán de ser convencionales debido a los problemas que generan las fuentes de energía no renovables.
¿Cuáles son las características de las energías no renovables?
La principal característica de las energías no renovables la hemos mencionado anteriormente: es necesario quemar combustibles fósiles para su generación.
Esta simple frase tiene unas serias consecuencias para nuestro planeta, puesto que al explotar sus fuentes energéticas se producen emisiones de gases de efecto invernadero. En otras palabras, provocan contaminación.
Además, podríamos mencionar otros problemas y desventajas de las energías no renovables:
- Los combustibles fósiles tardan millones de años en generarse. Por lo tanto, son recursos de la naturaleza limitados (por ello no son renovables). Es posible que en, en función de la demanda, en unas décadas se agoten.
- Dados los cambios legislativos y sociales – marcados por el Acuerdo de París -, según la revista Nature, tanto los productores, las empresas de energía fósil y los inversores deben reevaluar las perspectivas de producción. Esto puede conllevar a una reducción de la oferta y un aumento significativo del precio de la energía.
- Los recursos energéticos se encuentran en una zona geográfica determinada. Sólo es posible obtener petróleo y gas si los países que tienen estos recursos están dispuestos a exportarlos. Por lo tanto, se genera una dependencia energética y, tanto el suministro como el precio de las materias primas, está sujeto a los problemas geopolíticos que puedan darse.
No obstante, el problema más grave de las energías no renovables es su impacto ambiental. Este es el principal motivo por el cual se está construyendo la base para un modelo energético que sea sostenible en todos los sentidos:
- Recursos infinitos.
- Coste asequible.
- Respetuosas con el medio ambiente.
- Seguridad.
Es más, el Objetivo 7 de la ONU apunta a estas cuestiones: garantizar el acceso a una energía asequible y no contaminante. Para conseguirlo, se apuesta por las energías renovables.
El impacto ambiental de las energías no renovables
La producción energética a través de fuentes no renovables tiene las siguientes consecuencias para el medio ambiente:
- Emisión de gases de efecto invernadero: principalmente carbono (CO2), pero también podríamos mencionar otros como el metano (CH4) o el óxido nitroso (N2O). Este tipo de gases quedan en la atmósfera produciendo un manto que recoge el calor. La concentración de CO2 en la atmósfera produce un aumento significativo de la temperatura terrestre. El calentamiento global y el cambio climático trae consigo resultados catastróficos (temperaturas extremas, sequías muy duraderas, descongelación de los casquetes polares con el consiguiente aumento del nivel del mar…); se ha convertido en uno de los desafíos del siglo XXI.
- Lluvia ácida: además de los gases de efecto invernadero, los combustibles fósiles también emiten a la atmósfera dióxido de azufre; causando problemas respiratorios y la lluvia ácida. Es decir, lluvia con ácidos disueltos que pone en jaque a los ecosistemas (daña las aguas, los océanos, los bosques e incluso el patrimonio histórico y cultural).
- Residuos radiactivos: con la energía nuclear, cabe preguntarse cómo se gestionan los residuos que esta actividad genera. La seguridad cobra una gran importancia en este aspecto, puesto que la radiactividad en grandes cantidades es simplemente letal para la vida (provoca enfermedades graves y malformaciones, incluso durante varias generaciones, además de la destrucción del ecosistema).
- Derrames y vertidos: en este caso, el principal responsable es el petróleo. El petróleo contiene metales pesados como plomo, mercurio o cadmio. Estos residuos quedan en el aire, el agua y la comida, con lo cual, pasan directamente al organismo de los seres vivos.
Conclusiones
El impacto ambiental de las energías no renovables es grave, además de que la actividad económica exige que sea recurrente. Los ecosistemas se encuentran realmente en peligro de seguir con el modelo energético convencional.
Además de ello, es un sistema costoso e ineficiente. Los recursos se agotan y se depende de terceros países asumiendo un coste elevadísimo. Resulta insostenible desde todo punto de vista.
Por estos motivos, los poderes públicos han despertado y están legislando para impulsar un cambio de paradigma energético. Las energías renovables prometen ser la solución al problema: son limpias, la fuente es infinita y pueden generarse a un coste asequible.
El impacto medioambiental de las energías renovables es nimio. Sin embargo, es necesaria la inversión privada para lograr su desarrollo e implantación, proporcionando así una serie de oportunidades de trabajo e inversión.
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